Malta no se ha librado de los efectos y desafíos sanitarios, económicos y sociales que supuso la COVID-19 durante la mayor parte de 2020 y 2021.
Como era de esperar, se dio máxima prioridad al bienestar de la población mediante medidas restrictivas y de contención para controlar la propagación del virus. El programa fue ampliamente apoyado por la población, lo que se tradujo en un número relativamente bajo de infecciones y muertes.
El programa de vacunación rápida que se puso en marcha a finales de 2020 ha tenido un éxito similar y el número de personas mayores de 12 años completamente vacunadas alcanza ya el 94 por ciento de la población.
Inevitablemente, al estar muy vinculada con la industria turística, la pandemia afectó a la economía maltesa, pero se aplicaron sólidas medidas de apoyo e iniciativas para mantener la economía a flote, salvaguardar los puestos de trabajo y ayudar a las personas trabajadoras y a las más vulnerables.
En el ámbito social, al inicio de la pandemia, en la primavera de 2020, el Ministerio de Política Social y Derechos de los Niños (Ministry for Social Policy and Children's Rights) intervino en la brecha para apoyar a las familias afectadas y a las personas vulnerables a través de medidas de seguridad social diseñadas específicamente para ello.